Los aumentos de temperatura de los últimos 30 años parecen estar sospechosamente relacionados con las máximas de verano
Durante los pasados meses de junio y julio se han sucedido episodios de calor (¿calor en verano en España?) que han generado mucha histeria alarmista sobre el tema e incluso se ha hablado de pulverización de récords de temperatura máxima. Dentro de esta situación nadie parece preguntarse sobre el desplazamiento de la "sartén de Andalucía" desde el bajo Guadalquivir hacia Córdoba y Granada, hecho bastante notable.....y sospechoso.
En Granada ciudad hay dos observatorios oficiales, el tradicional de la base aérea, al lado de la ciudad y con datos desde los años treinta, y el nuevo aeropuerto, desde 1972, alejado de Granada y por ello poco afectado por el efecto de calentamiento urbano, aunque no libre de posibles efectos locales. Todos los datos se pueden extraer de la web
http://www.ecad.eu/
El pasado 12 de julio el aeropuerto registró una sorprendente temperatura de nada menos que 45,7ºC, efémeride del mismo, bien distinta de la registrada en la base aérea que registró al dia siguiente 43,5ºC. Aunque para el público no muy informado de estos temas la relación de estos valores con la histeria del calentamiento puede ser inmediata, sería interesante hacer un examen exhaustivo y cercano. Ya sabemos que las tesis aceptadas del calentamiento global suponen un aumento continuo y generalizado de las temperaturas del planeta en general, incluídas las máximas y las mínimas.
Esta vez me centraré en el observatorio de Granada/Base aérea. Como se ve en googleearth lo que al comienzo eran las afueras de Granada ahora se aprecian la urbanización que casi lo rodea. También, en la segunda imagen, el entorno de la observación habrá sufrido muchos cambios con construcciones y asfaltado a lo largo de décadas. El resultado final habrá sido el de un incremento a lo largo de años de las temperaturas, sobre todo de las mínimas. Recordemos que una de las conclusiones de los informes del IPCC es que existe el fenómeno de la isla térmica urbana pero que no tiene repercusiones significativas en el registro (???????).
En el gráfico de abajo se representan las temperaturas máximas, mínimas y medias desde 1940, con su media móvil de 5 años. Los rasgos generales son los comunes en los registros: tendencia general a un aumento pero partiendo de temperaturas más altas en los cuarenta, descenso posterior hasta los años setenta y el posterior aumento. La tendencia general de medias, mínimas y máximas es de una décima de g grado por década. No obstante, en el primer tramo las temperaturas mínimas descienden más despacio que las máximas, lo que puede indicar el efecto de la urbanización.
Sobre las últimas tres décadas cabe hacer una mayor aproximación, ya que como veremos casi toda la subida de temperatura de los últimos años es debida a la subida de las máximas. Contra las conclusiones del informe del IPCC, la contribución de las mínimas es casi despreciable. Esta paradoja podría explicarse en parte por situaciones meteorológicas que favorezcan una mayor transparencia de la atmósfera, en román paladino menos nubosidad, con lo cual se daría por cerrado el asunto.
Pero estas conclusiones quedan en entredicho si damos un paso más en la aproximación e investigamos las extremas del verano (junio, julio y agosto) y las del invierno (diciembre, enero y febrero). Hay que partir del hecho de que en buena parte de España durante el verano la variable nubosidad prácticamente queda reducida a nada por lo que es una buena piedra de toque para evaluar la explicación anterior. En cuanto al invierno, la nubosidad es muy variable pero tiene una gran incidencia en la temperatura, además de la de los propios movimientos de las masas de aire.
Pues bien, los resultados no parecen avalar la explicación ya que en ausencia de nubosidad el aumento de las máximas de verano es espectacular con 0,66ºC por década, mucho más de las previsiones planteadas por los modelos climáticos. Las mínimas veraniegas apenas reflejan un aumento de una décima de grado cada diez años. Los números invernales son aún más contradictorios. Las mínimas experimentan una rápida disminución, cosa también sospechosa, que se podría atribuir a una mayor incidencia de cielos despejados en invierno, si no fuera porque entonces las máximas deberían sufrir la correspondiente subida y no el descenso de casi una décima por década que reflejan.
Por lo tanto en ausencia de otras variables se puede deducir que estos resultados pueden ser un efecto indirecto del método de observación que desde luego no está asociado a la calibración de los propios sensores sino al propio contenedor de los mismos. El hecho de que un reciente estudio médico que utiliza datos meteorológicos determine que las olas de calor en España tengan más incidencia y duren más que en otros lugares puede ser un mero efecto colateral de esta situación.
https://hipertextual.com/2017/08/olas-calor-espana
Interesante. Supongo que podría ser extrapolable a muy diversas localidades de la geografía mundial.
ResponderEliminarDeseando ver la próxima parte de sus comentarios. Lástima que haya a veces más de una semana entre ellos. Son muy interesantes. Saludos
Gracias por el interés. En realidad ha sido mucho más laborioso de lo que parece,sobre todo por que me ha sorprendido mucho el resultado
EliminarNo me cabe la menor duda, de que una cosa es la temperatura de la ciudad y otra bien distinta la del campo, la irradiación que produce el casco urbano sube el termómetro bastante.
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