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viernes, 20 de junio de 2025

¿VERANOS MÁS LARGOS EN ESPAÑA?


El alargamiento de los veranos en junio parece evidente en los últimos 25 años en relación a los anteriores. Pero no ocurre lo mismo con setiembre: los cambios de patrones meteorológicos mandan


Antes de nada recordar que, con los datos que disponemos, de calidad discutible en muchos casos, las series largas (de más de 100 años) nos informan que la variabilidad climática natural puede modular importantes cambios de las variables. Ya he reproducido alguna vez la reconstrucción de la precipitación media en España desde 1900 que nos muestra una sucesión de ciclos. La de precipitación es un ejemplo en el último siglo. El máximo se produjo en torno a los años 60, igual que durante los años 70 hubo un mínimo de temperatura. Las comparaciones con los mismos pueden inducir a errores de valoración. 


https://repositorio.aemet.es/bitstream/20.500.11765/5798/1/Luna_etal.pdf


Con todos los pero y inexactitudes de la medida de la temperatura en los observatorios españoles, la gráfica de la temperatura media de junio en España es inequívoca: hasta 1998 se mantuvo en unos valores entorno a los 18 o 19ºC, pasando los siguientes 25 años a valores que suponen una tendencia de 0,36ºC por década. Aún con rebajas el incremento sería evidente. De la observación de la gráfica no se percibe un incremento paulatino sino dos períodos distintos, lo hace vislumbrar un cambio de patrones. Otra cosa es a que se puede atribuir. 


En los meses cálidos se da la circunstancia de que la presencia de las nubes y precipitación disminuye las temperaturas. Por eso hay una tendencia en junio desde los años 60 a una disminución de las precipitaciones en la Península hasta el mínimo de finales del siglo XX y principios del XXI. Desde entonces parece estar aumentando nuevamente.  Desde 1979 no hay tendencia, en cualquier caso.

Utilizando el reanálisis NCEP/NCAR para las corrientes directoras en altitud (250 hpa, a la que vuelan los aviones), la diferencia entre 1973/1998 y 1999/2024 nos habla de un claro cambio de patrón meteorológico, con un debilitamiento del chorro subtropical y un fortalecimiento de las corrientes del oeste, pero al norte de nuestras latitudes. Esto incide tanto en las temperaturas como en las precipitaciones. El porqué de la variabilidad de los patrones es claramente una incógnita y debería ser objeto de  investigación. Lo que ocurre en realidad es que se desvía la atención a causas más de moda como el calentamiento global. 


El caso del mes de setiembre, el otro extremo de nuestro verano, es diferente. La temperatura media ha sufrido varias oscilaciones desde 1961. La típica tendencia hacia abajo de los 60 y 70 y posterior subida, con el hiato tal vez del volcán Pinatubo (1991). Desde 1978 no hay ninguna tendencia. También la precipitación, pese a la exuberancia de principio de los 60, carece de tendencia significativa. 


En este caso, la comparación de patrones es inversa, con un cierto reforzamiento del chorro subtropical y debilitamiento de las corrientes del oeste de latitudes superiores a la nuestra, lo que tal vez ha favorecido más descolgamientos de depresiones hacia nuestro país. 


Es curioso comprobar que en la Comunidad Valenciana, tal vez como consecuencia de esto los últimos 30 años han visto mayores precipitaciones en setiembre, cuyo origen más probables es el de depresiones aisladas de la circulación que acaban en el entorno del Mediterráneo.



En conclusión: hay que ser muy prudentes para atribuir un hecho tan importante, como el del alargamiento de los veranos, a una causa tan elemental como la de la subida lineal de las temperaturas por el calentamiento global. El Clima es muy complejo y esconde muchas sorpresas aún por desvelar. 



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