El alargamiento de los veranos en junio parece evidente en los últimos 25 años en relación a los anteriores. Pero no ocurre lo mismo con setiembre: los cambios de patrones meteorológicos mandan
Antes de nada recordar que, con los datos que disponemos, de calidad discutible en muchos casos, las series largas (de más de 100 años) nos informan que la variabilidad climática natural puede modular importantes cambios de las variables. Ya he reproducido alguna vez la reconstrucción de la precipitación media en España desde 1900 que nos muestra una sucesión de ciclos. La de precipitación es un ejemplo en el último siglo. El máximo se produjo en torno a los años 60, igual que durante los años 70 hubo un mínimo de temperatura. Las comparaciones con los mismos pueden inducir a errores de valoración.
https://repositorio.aemet.es/bitstream/20.500.11765/5798/1/Luna_etal.pdf
Con todos los pero y inexactitudes de la medida de la temperatura en los observatorios españoles, la gráfica de la temperatura media de junio en España es inequívoca: hasta 1998 se mantuvo en unos valores entorno a los 18 o 19ºC, pasando los siguientes 25 años a valores que suponen una tendencia de 0,36ºC por década. Aún con rebajas el incremento sería evidente. De la observación de la gráfica no se percibe un incremento paulatino sino dos períodos distintos, lo hace vislumbrar un cambio de patrones. Otra cosa es a que se puede atribuir.
Utilizando el reanálisis NCEP/NCAR para las corrientes directoras en altitud (250 hpa, a la que vuelan los aviones), la diferencia entre 1973/1998 y 1999/2024 nos habla de un claro cambio de patrón meteorológico, con un debilitamiento del chorro subtropical y un fortalecimiento de las corrientes del oeste, pero al norte de nuestras latitudes. Esto incide tanto en las temperaturas como en las precipitaciones. El porqué de la variabilidad de los patrones es claramente una incógnita y debería ser objeto de investigación. Lo que ocurre en realidad es que se desvía la atención a causas más de moda como el calentamiento global.

El caso del mes de setiembre, el otro extremo de nuestro verano, es diferente. La temperatura media ha sufrido varias oscilaciones desde 1961. La típica tendencia hacia abajo de los 60 y 70 y posterior subida, con el hiato tal vez del volcán Pinatubo (1991). Desde 1978 no hay ninguna tendencia. También la precipitación, pese a la exuberancia de principio de los 60, carece de tendencia significativa.
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