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lunes, 27 de enero de 2014

EL GALEÓN DE MANILA SE RETRASABA EN LA PEQUEÑA EDAD DE HIELO

Cambios en la circulación atmosférica durante el siglo XVII cambiaron drásticamente la duración de los viajes del galeón de Manila


   La llamada por los climatólogos “Pequeña edad de hielo” es el período de varios siglos de duración que, según el IPCC, comienza aproximadamente en 1450 al final de la Edad Media, y acaba a mediados del siglo XIX, cuando comienza el actual período cálido que se atribuye, al menos en parte, al efecto de la contaminación antropogénica.
     Estudios realizado con datos históricos y paleoclimáticos sugieren que entonces hubo drásticos cambios de clima en todas las escalas, afectando a las actividades humanas. Un ejemplo es el realizado, con datos del Archivo de Indias de Sevilla, de las singladuras de la ruta marítima tal vez mas duradera y más documentada de la historia de la Humanidad, la del galeón de Manila que se mantuvo desde 1565 hasta 1815, que mercadeaba productos americanos, como la plata, con los asiáticos, como la porcelana o la seda chinas.
 
Ruta interna de llegada del galeón de Manila a través de las Filipinas
 

    La ruta de ida de Acapulco a Manila transcurría aprovechando los vientos alisios del NE al principio y posteriormente los vientos del monzón de forma que se calculaba la singladura para llegar a las Filipinas en junio o julio.



    En el trabajo publicado en el "Bulletin of the meteorological Society":“Atmospheric circulation changes in the tropical Pacific inferred from the voyages of the Manila galleons in the sixteenth-eighteenth centuries” (Rolando R.García et al.) se hace un análisis exhaustivo de los viajes del galeón de Manila extraídos del Archivo General de Indias, infiriéndose cambios en el pasado de la Circulación general atmosférica. Se demuestra que la duración del viaje muestra una clara tendencia secular, de forma que a mediados del siglo XVII los viajes eran un 40% más largos que al principio o al final de ese siglo, sin que se pueda achacar esos cambios a factores tecnológicos o sociológicos.
 
    Reconstrucciones modelizadas también demuestran en ese mismo trabajo que la duración de la singladura a Filipinas dependía mucho de la fuerza de los alisios y de la posición de la dorsal monzónica en el Pacífico oriental. Como conclusión, los resultados sugieren que la circulación atmosférica sufrió grandes fluctuaciones durante el siglo XVII.
 
   En el gráfico de abajo se muestra claramente la evolución de la duración de los viajes.



   Según Geoffrey Parker en su libro "Global crisis" traducido al español por "El siglo maldito":
    "La variación  en las condiciones meteorológicas en el océano Pacífico durante este período queda crudamente reflejada en dos anomalías registradas en fuentes históricas. Por un lado, la provincia costera de Cantón, en el sur de China, sufrió más tifones entre 1660 y 1680 que en cualquier otro momento de la historia. Por otro lado, los viajes de los galeones que partían desde Acapulco, en Méjico, a Manila, en las Filipinas, tardaron más tiempo que en ningún otro período. En la primera y última década del siglo XVII la travesía duraba una media de ochenta días (algunas sólo cincuenta), pero entre 1640 y 1670, la duración media se elevó a más de 120 días (y tres de ellas a más de 160)".
      También el viaje de vuelta a Acapulco duraba más. La media ascendió de 160 a bastante más de doscientos días, y los viajes más largos (hasta 240 días) tuvieron lugar en la década de 1660, implicando una importante variación en el patrón de los vientos.

En ese mismo libro se cita: 
Diego de Villatoro, un oficial de la Corona que había hecho el viaje de vuelta dos veces, veía clara la conexión. En un memorial escrito en 1676 comentaba con tristeza que “con dilatarse tanto los viajes…se tiene por buen viaje de Philipina a Acapulco él que no pasa de siete meses” y achacaba perspicazmente el aumento de la duración a la "mudanza en las monsones".
   

     En conclusión durante el período central del siglo XVII en que se produjo una gran variabilidad climática y sobre todo con unas condiciones generales en todo el planeta notablemente más frías, hubo un cambio en los patrones de la circulación atmosférica que suponía un debilitamiento de los anticiclones y de los monzones. Esa situación coincide en el tiempo con una ausencia documentada casi completa de manchas solares y con una inusual actividad del fenómeno de El Niño.

Referencias:
http://journals.ametsoc.org/doi/pdf/10.1175/1520-0477(2001)082%3C2435%3AACCITT%3E2.3.CO%3B2

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