jueves, 25 de julio de 2024

A PROPÓSITO DE LAS TEMPERATURAS EXTREMAS DEL SIGLO XIX

 Solo se consideran los cambios en la observación de las temperaturas cuando suponen una corrección de la tendencia al alza


Con la llegada definitiva de los días tórridos del verano, tan propios de casi toda España, han vuelto los "emergencionistas", con todos su inmensa capacidad mediática, a las expresiones de falso estupor por los valores supuestamente extraordinarios de las temperaturas. Curiosamente el debate es por las máximas, quedando las mínimas un poco fuera. Eso requiere también una discusión. Los actuales medios de observación son una evolución de todos los que han existido desde el siglo XIX y, evidentemente, los datos necesitan un ajuste ya que, lo que ignora en general el público, la medida precisa y científica de la variable temperatura es mucho más difícil de lo que se supone. 

Por poner un ejemplo, ayer se registraron en Écija 44,9ºC. En la localización de AEMET no parece claro la posición exacta del sensor. Apunto a dos lugares que, en cualquier caso, están situados al lado de zonas construidas y aparcamientos, cosa frecuente en casi todos los observatorios donde no se suele cumplir los protocolos de la OMM. Esos focos de calor invalidan las medidas de temperatura y especialmente los de las máximas de los días cálidos o muy cálidos. 


Viene esto a cuento de que dentro de las campañas "afirmacionistas", supuestamente antibulos, en el que las instituciones oficiales parecen estar, se contraargumentan las dudas sobre la propia validez de las medidas oficiales. Por ejemplo, ante la existencia de datos del siglo XIX que son de magnitud equiparable a los extremos de hoy en día, se contesta que las garitas que sostenían los instrumentos en ese siglo eran descubiertas y daban valores muy altos de temperaturas máximas. 

Se refieren a la llamada garita de tipo Montsouris (a la derecha en la foto), en contraposición a la Stevenson grande (a la izquierda) que la sustituyó progresivamente a principio del siglo XX.


Todos los cambios de localización, garitas, sensores, etc, además de la llamada isla térmica urbana tienen un efecto en la observación de la temperatura que suele ser muy significativa. Es decir, es cierto que una garita abierta debe dar por lógica máximas más altas y mínimas más bajas al no estar protegida. 

Para comprobar empíricamente esta circunstancia se llevó a cabo hace unos años un experimento de intercomparación entre ambas garitas. Pero se localizó en dos lugares que no son representativos de la mayor parte de los climas del país: Murcia (veranos muy cálidos e inviernos poco continentales) y La Coruña de clima muy suave. En ninguna de ellos las mínimas alcanza valores bajos en invierno, por lo que el experimento se queda  cojo. 

https://repositorio.aemet.es/bitstream/20.500.11765/5357/1/6A_Banon.pdf

En el mapa de abajo, donde se representa las temperaturas medias de las mínimas en enero, he señalado en amarillo ambos observatorios. La gran parte de la Península sufre temperaturas mínimas bastante más extremas que los mismos. 

En cualquier caso el resultado del experimento fue en resumidas cuentas:

                         Máximas              Mínimas                Medias

Murcia                  1,3                       -0,2                          0,5

Coruña                  0,8                       -0,2                          0,3

Los observatorios del siglo XIX daban temperaturas máximas más altas y mínimas más bajas. Si el experimento hubiera sido homogéneo veríamos que aún habría que corregir al alza más las mínimas en las zonas continentalizadas. De forma que la corrección final aplicable a una reconstrucción de la temperatura media en España durante el siglo XIX sería con toda seguridad inferior a los 0,5º centígrados. Estos resultados erróneos se aplican a los famosos mapas y gráficos de temperatura que reflejan un drástico calentamiento global en los últimos 150-175 años.

Pese a todo, las reconstrucciones que se han hecho de los datos de observatorios existentes en esa época no parecen reflejar tan parcas variaciones. En Sigró et al., 2009, apoyándose en los dudosos resultados de éste experimento, se generan unos valores que se deben aplicar a las temperaturas máximas y mínimas diarias de los observatorios que muestran el mapa de abajo.

https://www.researchgate.net/publication/267424312_El_desarrollo_de_datos_de_calidad_y_el_cambio_termico_observado_en_Espana


Sorprendentemente, tras utilizar un prolijo aparato matemático, los resultados son los que se muestran en la siguiente gráfica. Las máximas se corrigen a la baja, aunque con un valor excesivo de 1,4º, superior a los 1,2º del experimento. Pero las mínimas, que deberían ser corregidas al alza en unos 0,2ºC de media, de forma sorprendente se bajan hasta 0,7ºC. El efecto de ambas correcciones es el de "enfriar" las temperaturas máximas, mínimas y en consecuencia la media de las mismas de la segunda mitad del siglo XIX.





De forma que todos los mapas y gráficos en los que vemos un ascenso homogéneo de las temperatura desde los albores de la primera revolución industrial, no son más que una deformación de una realidad mucho más compleja. Si desmontamos ese constructo la curva de temperaturas en España implicaría un muy lento aumento de temperaturas, con ascensos y descensos, hasta finales del siglo XX. En este momento, como he puesto de relieve en otros artículos tanto la evidente isla térmica urbana, nacida del crecimiento exponencial de las ciudades, como los distintos cambios de localización, garitas y sensores han generado otras aberraciones en la observación. Dado que estas suponen un aumento ficticio de la temperatura parece que no merecen ser tenidas en cuenta para ninguna corrección. 

2 comentarios:

  1. Excelente artículo Alejandro. Vivimos en un mundo falso y movido por el dinero y las subvenciones en muchos casos. Y a callar y seguir engañando. Gracias por tu valentía.

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  2. Todo esto es muy válido, y me parece un trabajo de análisis excelente. Sigo sus artículos desde hace años y no soy de los catastrofistas climáticos, pero hay un hecho evidente, al menos con los datos disponibles a la gran masa, el retroceso de los glaciares montañosos a nivel mundial. Y eso para mi es una prueba fidedigna de que el clima está cambiando. Si tuviese màs información al respecto, me encantaría un artículo sobre eso. Enhorabuena por su trabajo.

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