La mayor frecuencia e intensidad de los eventos cálidos El Niño tienen una influencia directa en la evolución de las temperaturas globales atmosféricas
Científicos australianos han desarrollado un nuevo método usando núcleos de coral para generar un registro estacional de 400 años de
episodios de El Niño. Los resultados se han publicado en la revista NatureGeoscience, detectándose diferentes patrones del fenómeno y reflejando su
diferente intensidad con el tiempo. Esto es de gran interés no solo para el
conocimiento del fenómeno en sí, sino también para intentar deducir los efectos
de un eventual calentamiento global en el mismo. Como se sabe El Niño es la
fuente mayor de variabilidad climática del planeta aparte de los cambios de
estación.
Sus conclusiones son las siguiente: las recientes décadas
han visto un incremento claro del número de El Niño en el Pacífico Central y un
aumento de su intensidad en el Pacífico Oriental. Para los legos en la materia
aclarar que la surgencia de aguas cálidas vinculadas al evento se produce en la
inmensidad del Pacífico Ecuatorial y que su influencia en las corrientes
atmosféricas afecta prácticamente a todo el planeta.
A resultados parecidos se habían llegado estudiando comparativamente los anillos de los árboles (Jing Bao et al, 2013), como se ve en la figura.
O como Gergis et al, 2007, que demostraron con datos paleoclimáticos la mayor frecuencia e intensidad de fenómenos cálidos de El Niño durante el siglo XX, en comparación con los siglos anteriores (Pequeña Edad de Hielos) en los que el balance era más equilibrado entre eventos fríos y cálidos.
Por otra parte es conocido hace ya años el efecto directo que tiene en el aumento o disminución de las temperaturas globales en función de que se produzca su manifestación cálida (El Niño) o fría (La Niña). No obstante este hecho se tiende a obviar para amplificar el alarmismo climático cuando se produce el primer caso. La relación causaL es inmediata: una mayor frecuencia e intensidad de episodios cálidos incide en un aumento de la temperatura del planeta. La relación inversa está por demostrar.
He representado en una gráfica la evolución mensual desde 2010 de los valores estandarizados de anomalías de temperatura de la baja atmósfera global y del índice El Niño 3,4 (temperatura del agua del mar en el Pacífico Ecuatorial). He corrido hacia adelante la primera tres meses que es cuando alcanza la máxima correlación con la segunda: 0,61. Aunque ésta no es perfecta se ve claramente que con tres meses de retraso la temperatura de la baja atmósfera se acopla a dicho fenómeno.
Lo inmediato es invertir el razonamiento y pensar que la mayor frecuencia e intensidad de El Niño es inducido por el aumento global de temperaturas. El último informe del IPCC afirma (Informe Grupo I, 14.4.2) que hay poco consenso en cuanto a si la modulación decadal de la
amplitud y la distribución espacial en las recientes décadas son debidas a
efectos antropogénicos o variabilidad natural. De lo que se puede inferir que buena parte del calentamiento global del último medio siglo es debido simplemente a la mayor frecuencia e intensidad de éste fenómeno.
Volviendo al presente, estamos en plena fase de un El Niño débil que, si las predicciones no se equivocan, debería mantenerse durante los próximos meses. Esta situación dejará las temperaturas globales por encima de lo normal. No obstante, como se ve en la figuras de abajo tanto las anomalías como el contenido de energía calorífica de los primeros cientos de metros del Pacífico Ecuatorial parecen tender a disminuir claramente durante las última semanas.
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