La verborrea seudocientífica y el fraude alimentan al complejo de intereses que pululan en torno al cambio climático
Boyle, miembro del departamento de Filosofía de la
Universidad Estatal en Portland, y Lindsay, doctor en matemáticas y con
conocimientos de física han logrado persuadir a una publicación académica para
revisar y publicar un estudio que
argumenta que los penes no son realmente un órgano sexual sino un contructo
social. Tal cual.
Publicado en Cogent Social Sciences, “publicación
multidisciplinaria de acceso libre ofreciendo revisiones de alta calidad en
todas las ciencias sociales”, argumenta que los penes son los responsables que
causan el cambio climático. Los autores se explican:
“Intentamos probar la hipótesis de que la actitud complaciente
de la arquitectura moral académica de la izquierda en general, y de la
ortodoxia moral en los estudios de género en particular, es el determinante
decisivo de la publicación en una revista académica de ese campo”.
He hecho una traducción lo más fiel posible a la parte del texto que más relación tiene con el cambio climático:
Cambio climático y el pene conceptual
Cambio climático y el pene conceptual
En ningún caso las consecuencias de la identificación
isomórfica de la arrogancia del machismo hipermasculino con
el pene conceptual son más problemáticas que en las concernientes al asunto del
cambio climático. El cambio climático está determinado más que nada por aspectos relacionados con la hipermasculinidad que puede ser mejor comprendido por la aproximación
dominante y agresiva a la ecología del clima identificable con el pene
conceptual.
Nuestro planeta está aproximándose rápidamente al temido umbral del
cambio climático de los 2ºC, debido a la dinámica del poder patriarcal que
mantiene las presentes estructuras capitalistas, sobre todo en las que se
refiere a la industria de los combustibles fósiles, donde la conexión entre el
dominio hipermasculino de lo científico, lo político y los discursos económicos
y el daño irreparable a nuestro ecosistema se muestran claramente.
La destructiva y hegemónicamente insostenible aproximación
masculina a la oprimente acción política ambiental son los predecibles
resultados de la violación de la naturaleza por una mentalidad dominada por lo
masculino. Esta mentalidad se aprecia mejor por el reconocimiento del papel que
tiene el pene conceptual sobre la sicología masculina.
Aplicado a nuestro ambiente natural, sobre todo a
las zonas vírgenes fácilmente expoliadas por sus recursos materiales y mantenidas postradas y
dilapidadas, y cuando nuestra visión patriarcal del beneficio económico las ha
arrebatado su valor intrínseco, la extrapolación de la cultura de la violación
inherente al pene conceptual deviene clara. Por mucho, el cambio climático es
genuinamente un ejemplo de sociedad hiperpatriarcal metafóricamente expandida
por el hombre en el ecosistema global.
La razón profunda para esta problemática tendencia es
explicada, esencialmente, por McElwaine (1999), donde escribe, “Pickett sugiere
que tenemos que escoger entre el racionalismo capitalista y la teoría cultural
del subcapitalismo” (Pickett, 1993).
La teoría contemporánea capitalista, también llamada teoría
neocapitalista, se refiere al racionalismo directamente desde un enfoque
hipermasculino en la ciencia y la sociedad que puede valorarse por su
identificación con el pene conceptual.
Paxton y Scameron (2006) parecen estar de acuerdo, apuntando
que, “la teoría materialista del neocapitalista sostiene que la realidad viene
del inconsciente colectivo, pero solo si la premisa del objetivismo dialéctico
es inválido; si no es el caso, la sexualidad tiene significado”. La
hipermasculinidad tóxica extrae su significado directamente del pene conceptual
y actúa por si misma para sostener el materialismo neocapitalista, que es el
fundamental causante del cambio climático, sobre todo por el uso rampante de
las tecnologías de combustibles fósiles emisoras de carbón y de la desconsiderada
dominación de los ambientes naturales vírgenes.
No necesitamos profundizar en la crítica del objetivismo
dialéctico, o sus relaciones con los términos masculinos como el pene
conceptual para hacer una crítica efectiva del objetivismo dialéctico. Todas
las perspectivas importan. Una recomendación práctica que sigue éste análisis
es que la investigación del cambio climático sería mejor servida por un cambio
en cómo nos comprometemos con los discursos de política y ciencia, evitando el punto de vista hipermasculino penecéntrico en la medida de lo posible
(Kaijser and Kronsell, 2013).
Conclusiones
Concluímos que los penes no sólo pueden ser definidos como los
órganos sexuales masculino, o como órganos masculinos reproductores, sino como constructos sociales que toman forma como dañinos y problemáticos para la sociedad y
las generaciones futuras. El pene conceptual presenta significativos problemas
para la identificación de género y de la identidad reproductiva dentro de las
dinámica social y familiar, que es excluyente para los grupos desfavorecidos por razones de género o de
identidad reproductiva y es una persistente fuente de abuso para las mujeres y
otros grupos e individuos marginados por su género, siendo la fuente universal
actuante de la violación, y es el causante conceptual detrás de gran parte del
cambio climático.
Existe una relación explícita isomórfica entre el pene
conceptual y los más controvertidos temas de la masculinidad tóxica, y esa
relación está mediatizada por la influencia del arrogante machismo del
pensamiento y la acción del pensamiento hipermasculino.
Es necesario un cambio en nuestro
discursos en ciencia, tecnología, política, economía, sociedad y las distintas
comunidades para proteger a los grupos marginales, promover el
progreso de la mujer, de los trans y los individuos que cambian de género
(incluídos los sin género y los excépticos de género), para solucionar los
impactos ambientales que se derivan del cambio climático, resultado de la
sobreconfianza capitalista y neocapitalista en los papeles hipermasculinos y la
abusiva utilización de la energía fósil.
FUENTES
Filosofía comunista-feminista de origen reivindicativo, en el fondo ellos,ellas también forman parte del sistema contaminante y consumista de la sociedad moderna y quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
ResponderEliminarCualquier persona sensata dejaría de leer esa revista, cancelaria su suscripción y la denunciaría por introducir la política en la ciencia... Esto que pongo abajo creo que no lo has traducido, ya que no forma parte en sí del artículo... pero es fascinante lo gilip.... que llegamos a ser las personas....
ResponderEliminarABOUT THE AUTHORS
Jamie Lindsay, PhD, and Peter Boyle, EdD,
represent a dynamic team of independent
researchers working for the Southeast
Independent Social Research Group, whose
mission is obvious in its name. While neither uses
Twitter, both finding the platform overly reductive,
they incorporate careful reading of the relevant
academic literature with observations made by
searching trending hashtags to derive important
social truths with high impact. In this case, their
particular fascination with penises and the ways in
which penises are socially problematic, especially
as a social construct known as a conceptual
penis, have opened an avenue to a new frontier
in gender and masculinities research that can
transform our cultural geographies, mitigate
climate change, and achieve social justice.
PUBLIC INTEREST STATEMENT
Penises are problematic, and we don't just mean
medical issues like erectile dysfunction and crimes
like sexual assault. As a result of our research
into the essential concept of the penis and its
exchanges with the social and material world, we
conclude that penises are not best understood as
the male sexual organ, or as a male reproductive
organ, but instead as an enacted social construct
that is both damaging and problematic for society
and future generations. The conceptual penis
presents significant problems for gender identity
and reproductive identity within social and family
dynamics, is exclusionary to disenfranchised
communities based upon gender or reproductive
identity, is an enduring source of abuse for women
and other gender-marginalized groups and
individuals, is the universal performative source of
rape, and is the conceptual driver behind much of
climate change.
Vaya lavado cerebral de esos ultraizquierdiztas y su afán de etiquetarlo todo con términos que ni ellos entienden, dicen masculinidad tóxica, dicen hipermasculinidad, en resumen y sin tanto palabreo pseudo intelectual, dan a entender que los varones tenemos la culpa de todo. ¿Cual es la solución, negarnos a ser varones, cortarnos el pene para que sean felices?. Se están parodiando a ellos mismos y lo triste es que ese discursete tiene mucha resonancia en todos los medios de comunicación. Hombres viles-Mujeres santas, así lo resumo yo. La realidad es muchísimo más compleja, así que les recomiendo a esos sujetos menos lecturas tóxicas y amargas y más aire libre y calle, y una novia no les vendría mal ya que no muerden, nosotros los varones tampoco.
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